24 de diciembre de 2014

VIP en el Met de New York

Mary Cassatt, La taza de té, óleo sobre lienzo
Me encontraba en New York de trabajo, acompañando a un cliente de Quito a comprar equipos  para un nuevo restaurante, y les advertí que el sábado no podía ir con ellos de compras por cuanto ya había previsto hacer algo por mi cuenta. Cuando se enteraron que iba a 'un museo', me dejaron en total libertad. Era un enero particularmente frío; se anunciaba una de las peores nevadas para el domingo.

Fui al Museo Metropolitano ubicado en el maravilloso Central Park, con mi atuendo de anónimo: cualquier pantalón, camisa que no combina, chompa y gorra de lana, sin afeitarme. Llegué al vestíbulo del museo, y me dirigí al mostrador circular en medio de la sala, donde atendían unas doce ancianitas voluntarias, dando información a niños de escuelas y otros visitantes.
Me dirigí, sin pensarlo, hacia la única señora joven, es decir en los cincuentas, con cabello corto y algunas canas.
-¿Impresionismo americano, por favor?
Y la señora, viéndome con tristeza, se pregunta a sí misma:
-¿Impresionismo americano?[1]
Y mi interlocutora negaba, no sé qué, con la cabeza, hasta que dijo lo que pensaba:
-El ala americana está cerrada por remodelación.-¿Cómo?, respondí.-Sí, va a estar cerrada por seis semanas.
Entonces cambié de actitud y comencé a jugar al intelectual inteligente.
-¡No es posible! ¡Ustedes no me pueden hacer esto! He venido del Ecuador expresamente a visitar hoy, que es el único día que puedo, las salas de impresionismo americano.
Y la voluntaria no perdía la compostura ni la paciencia, mientras me miraba con conmiseración.
-¿Qué pintores exactamente?, pregunta.
No pretendía ella dirigirme a la sala de algún artista determinado, sino que investigaba si yo, el de aspecto nada refinado con acento latino, sabía realmente de artistas americanos. Contesté gesticulando con las manos:
-Mary Cassatt, John Singer Sargent…
John Singer Sargent
El arroyo en la montaña, acuarela y grafito
Esta vez asintió con la cabeza, mientras yo seguía reclamando al cielo mi infortunio, hasta que la dama trató de calmarme, y saliendo del mostrador,  me pidió que le esperara, que iba a hacer algo. Y se fue hacia el final del vestíbulo, y se perdió entre la gente. Caminé en círculos durante más de veinte minutos, quizás treinta, hasta que apareció ella nuevamente, acompañada de un sujeto más joven de camisa azul, con corbata, sin chaqueta (¡ah la calefacción!), y con una identificación en el pecho que colgaba de una cinta. La señora dijo:
-La dirección del museo ha decidido hacer una excepción, y le va a permitir a usted visitar las salas de impresionismo americano, pero tiene que ir acompañado de uno de nosotros.
Tengo que decirles que hoy, doce años más tarde, todavía me emociona el recuerdo de esa escena. Me asignaron un funcionario del museo, el de la camisa azul, para que me acompañase en una visita privada a todas las salas de pintores americanos, no solo de los impresionistas. Las tuve para mí solo, sin niños, sin turistas, sin nadie. Él me seguía a varios metros de distancia, y nunca me dirigió la palabra, ni me apresuró, ni me interrumpió. Me embriagué de Sargent, Cassatt, Winslow Homer, Merritt Chase, Childe Hassam…


[1] La pregunta real fue "-¿The American wing?"





John Singer Sargent, Aranjuez, acuarela y grafito

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Sea amable con los demás lectores...